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Yo voy al segundo palo!!!
Transcurría la Temporada 2001-2002 del futbol profesional venezolano, nada parecido a lo que tenemos ahora, en aquel entonces eran apenas 10 los equipos que hacían vida en la máxima categoría de nuestro balompié rentado.
Transcurría la Temporada 2001-2002 del futbol profesional venezolano, nada parecido a lo que tenemos ahora, en aquel entonces eran apenas 10 los equipos que hacían vida en la máxima categoría de nuestro balompié rentado.
Uno de estos equipos era el
Deportivo Galicia, o al menos una de las tantas variaciones que el conjunto
gallego tuvo a lo largo de su vida activa como equipo profesional. La particularidad
de este “Galicia” era que jugaba en Valle Fresco, Estado Miranda, además también
entrenaban en las canchas de la Hermandad Gallega ubicadas en ese sector, qué
si a ver vamos, era bastante alejado para los jugadores del equipo que vivían
en Caracas.
Durante esa Temporada que no
acompañó con buenos resultados al conjunto gallego, uno de sus Técnicos fue
Carlos María Ravel, mejor conocido en el ambiente futbolístico nacional como “El
Gordo” Ravel. Uruguayo de nacimiento,
pero venezolano de corazón, Ravel no dudó en hacer de Venezuela su nueva casa,
la misma que lo vio arribar en 1975 cuando llegó para jugar con Estudiantes de
Mérida.
Pese a no ser una buena
temporada para los galaicos, Ravel nunca perdió el buen sentido del humor que
siempre lo ha caracterizado, el mismo que le ha servido para arrancar sonrisas
a cualquier persona, inclusive en los momentos más difíciles.
Uno de los tantos jugadores
que integraban la plantilla del Galicia en aquella zafra era el delantero capitalino
Isaac Ramos (quien hoy en día es el preparador físico del Deportivo Táchira); además
del rol entrenador – jugador, Ramos y Ravel tenían una muy buena relación de
amistad.
Un día luego de un
entrenamiento matutino Isaac Ramos esperaba a las afueras de la sede de Valle
Fresco para trasladarse hasta Caracas, justo en ese momento salía El Gordo
Ravel como pasajero en el vehículo de uno de sus jugadores, el automóvil se
detiene frente a Ramos y Ravel bajando el vidrio del puesto del copiloto con su
característica sonrisa y acento sureño le pregunta:
“Isaacito, querido ¿vas al
Centro?”
A lo que Isaac Ramos
esperanzado en poder conseguir la anhelada cola responde rápidamente con
un contundente “Si”, acto seguido Ravel dice “Pues yo voy al
segundo palo!!!”; sin oportunidad de reaccionar Ramos veía como su entrenador
se iba en el carro dejándolo atrás, teniendo que esperar la camionetica que lo
llevara hasta caracas.
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